Me han traído muchos recuerdos, he reconocido muchas emociones y muchos sentimientos, que en ese entonces ni nombraba ni reconocía.
Reconocer las emociones me debilitaba, al menos eso era lo que creía. Aceptar mis sentimientos me restaban importancia o eso suponía.
Cuando miro hacia atrás, me doy cuenta del crecimiento que he tenido a nivel emocional, llamarle madurez, experiencias, circunstancias, yo le llamaré armonía, sosiego, flexibilidad, lo necesitaba, me urgía, iba descubriendo patrones y creencias heredadas que no quería mantener en mi vida, por lo que una vez más, doy gracias a mis dos maestros de vida, mis hijos, que sin ellos poco hubiese aprendido.